El pasado sábado 23 de julio, arrancaron en el coso taurino del poblado de Peñafiel, las celebraciones del 40 aniversario de la Denominación de Origen otorgada a los vinos de Ribera del Duero, protocolizada el 21 de julio de 1982, a las afueras de la estación del metro de El Retiro, en Madrid, lo que significó el punto de partida de su actual proyección y prestigio internacional.

Pero el prestigio de los vinos de la región española se sustenta en una tradición milenaria, gracias a la entrega de innumerables personas relacionadas con la vid, para obtener de ella todas sus bondades que podrán disfrutarse al descorchar una botella.

Los primeros vestigios del consumo de vino se remontan a 2,500 años, al descubrise residuos de la bebida en vasijas de cerámica desenterrada en un asentamiento celta de la localidad de Padilla del Duero, en el municipio de Peñafiel.

Los romanos plasmaron a su vez la importancia del vino en su vida cotidiana, lo cual se aprecia en un espectacular mosaico de 66 metros cuadrados descubierto en Baños de Valdearados, en la provincia de Burgos, durante la vendimia realizada en el año de 1972, donde se aprecian las alegorías báquicas más grandes hasta ahora existentes en toda la península ibérica.

Será hasta la Edad Media, durante el siglo XIII, cuando aparezcan las primeras bodegas excavadas al interior de algunas villas de la región, algunas de ellas convertidas en uno de los actuales atractivos del turismo enológico; en esta época, el cultivo de la vid y la elaboración de vino pasará a convertirse en elementos fundamentales del desarrollo económico —al grado de empezar a exportar a otras partes de la región de Castilla—, a la par de convertirse en un elemento fundamental de su identidad cultural. Todo esto llevaría, en el siglo XV, a emitirse las Ordenanzas de Castilla, con la finalidad de regular la producción y comercialización del vino, al tiempo de establecer medidas fiscales.

Ribera del Duero, cuatro décadas de una Denominación de Origen, respaldada por una milenaria tradición vinícola, manifestada al momento de llevarse una copa a los labios.