Suelos
A una altitud de entre 720 y 1.000 metros, la naturaleza y el paso del tiempo han generado un suelo de excepcionales características (formado por capas de arenas limosas o arcillosas, con alternancia de capas calizas y concreciones calcáreas), sobre el que arraigan unas cepas concebidas para ofrecer el mejor fruto.
La cuenca ribereña, formada durante el Mioceno, presenta niveles horizontales, suavemente ondulados, limitados por la erosión diferencial, y convertidos hoy al estado de penillanura.
Se localiza en la gran submeseta septentrional de la Península Ibérica, formada por un gran zócalo antiguo arrasado y, en parte, recubierto por sedimentos terciarios.
Las tres tipologías principales de suelos en Ribera del Duero son:
Arcilloso
Formado por granos finos pardo rojizos que retienen el agua. Aportan estructura y carácter.
Calizo
Rico en sales calcáreas, de color blanco. Suelos secos y áridos. Aportan elegancia y complejidad
Pedregoso
Rocas de todos los tamaños, sin retención de agua.
Aportan madurez y melosidad.