La culminación de la edición 2024 de The Best of Ribera del Duero, celebrada a finales de noviembre en el Club Industrial de Monterrey, permitió recabar entre los más de 70 consumidores finales convocados por Grupo Milenio, algunas opiniones sobre el evento y la evolución del consumo local de vino a últimas fechas.
La labor de Isidro Martínez, propietario de dos agencias de viaje regiomontanas, le permite alimentar su pasión por el vino a escala global, a la que acaba de sumar una novedosa experiencia: “He estado en varias degustaciones de vino, pero es la primera vez que participo en una cata a ciegas. Me gustó mucho la organización, con el esquema de evalución por etapas que utilizaron, porque la evaluación normal es subjetiva; en cambio, hacerlo por medio de un cuestionario que contempla vista, olfato y gusto resulta más objetiva. Por mi trabajo, he tenido oportunidad de visitar unos quince viñedos en diversas partes del mundo, lo que me brinda un panorama más amplio del mundo del vino, en el que valoro las etiquetas españolas, y en particular las de Ribera del Duero, por su gran nivel de experiencia y calidad”.
Otro experto participante en eventos en torno al vino fue el asistente identificado con el nombre de Luis, quien comenta que ya ha asistido a otras catas a ciegas, aunque la realizada por el Consejo Regulador de la la Denominación de Origen Ribera del Duero fue mejor organizada y más extensa (normalmente suele catar media docena de etiquetas, y no una quincena, como en esta ocasión, comenta): “Me gusta mucho el perfil de los vinos de Ribera del Duero, son vinos extraordinarios que, en esta ocasión, pude disfrutar sus diferencias en cuanto a sabores y aromas. Percibo que el gusto del regiomontano hacia el consumo del vino ha ido creciendo, en los últimos ocho o nueve años, en mucho gracias a los promotores del vino, como los organizadores del evento, que han logrado que se aprecie mucho más”.
Nereida Martínez, otra asistente primeriza a una cata a ciegas, también disfrutó de la variedad de los vinos probados, cada uno con su personalidad propia. “A mí me gusta el vino desde hace años, y lo que me gusta de los vinos españoles es que cualquiera que tomes está muy buen estructurado”, comenta. Coincide también en la evolución del consumo local de vino, la cual percibe en el incremento de catas y presentaciones ahora realizadas en Monterrey, a la vez que los restaurantes disponen de una mayor oferta en sus cartas de vino, y se han abierto más tiendas para venderlos desde antes de la pandemia, sobre la que hace la siguiente observación: “Ésta, de alguna manera, ayudó a la enseñanza de la cultura del vino, puesto que se abrieron muchos cursos en línea, además de darse a conocer personas dedicadas a su difusión”.
Carlos Leal, chef, influencer, veterano participante de catas y debutante asistente a una cata a ciegas, reconoce su sorpresa ante la cantidad de etiquetas a probar y los elementos dispuestos para su evalución sin ninguna influencia, encontrando “sorpresas en cada copa, con diferentes estilos y vinificaciones”.
Nos brinda, para rematar, su análisis de la evolución del consumo local de vino, basado en su propia experiencia: “Definitivamente, hay mucha diferencia respecto a lo que se veía de unos diez años a la fecha, cuando había muy poca oferta de vino. Estamos hablando de un cambio abismal, de una capital cervecera, donde yo era un bicho extraño que andaba siempre con mi copita de vino español, a una ciudad donde ahora existen cada vez hay más propuestas, y mejor curaduría de las cartas de vinos en los restaurantes y eventos, por lo que resulta afortunado que lleguen tantas etiquetas de Ribera del Duero a la ciudad; esto se ha logrado gracias al trabajo de equipo entre los restauranteros, sumilleres y redes sociales, que lo están haciendo muy bien. Ya tengo anotadas con mis compañeros de mesa nuestras muestras favoritas, para conocer a qué etiquetas corresponden y poder integrarlas a nuestros repertorios en cava”.