Para los consumidores ubicados al otro lado del océano Atlántico resulta difícil dimensionar el escenario donde se elaboran los vinos de la Denominación de Origen de Ribera del Duero, por lo que ahora les ofrecemos algunas cifras, equivalencias y referencias que permitan apreciar mejor sus características.
Los viñedos cultivados en esta región española ubicada dentro de la provincia de Burgos, a poco más de 200 kilómetros al norte de la ciudad de Madrid, abarcan 25,035 hectáreas de suelos arcillosos alternados con capas calizas y calcáreas, a una altura oscilante entre 720 y 1,100 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas invernales que descienden hasta 20 grados por debajo del punto de congelación, elevándose durante el verano hasta 42 grados centígrados, con bajas precipitaciones pluviales: no más de 500 mililitros promedio anuales.
La combinación de todos estos elementos da por resultado una uva caracterizada por su pequeño tamaña, gruesa piel y maduración lenta y tardía de extraordinaria calidad para elaborar vino.
La extensión de viñedos cultivados en la región de Ribera del Duero, distribuidos en 63,835 parcelas pertenecientes a más de 300 bodegas atendidas por casi 8,000 viticultores, equivale a poco más de de 250 kilómetros cuadrados, lo que a su vez representa casi la sexta parte de la extensión ocupada por Ciudad de México (1495 kilómetros cuadrados).
La media de producción de uva durante la última década promedia 4,380 kilos de uva por hectárea, cantidad muy por debajo de la aceptada por la normatividad establecida para la región (7,000 kilos por héctarea), lo que se refleja en la calidad del fruto vendimiado, del cual 80% se cosecha manualmente, extenuante labor realizada anualmente por trabajadores eventuales, que permite realizar una mejor selección de los racimo y evita que lleguen a la bodega en óptimas condiciones, para iniciar su proceso de vinificación.
(Algunos viñedos ―alrededor del 9% de los existentes― fueron plantados hace más de ocho décadas, cuando iniciaba la Segunda Guerra Mundial, e incluso existen otros que no han dejado de brindar sus frutos desde inicios del siglo pasado.)
Estos son solo algunos aspectos involucrados en los resultados que podemos degustar de una botella de vino de Ribera del Duero. Porque la calidad no es producto de la casualidad, sino de la pasión, perseverancia y entrega.
Para los consumidores ubicados al otro lado del océano Atlántico resulta difícil dimensionar el escenario donde se elaboran los vinos de la Denominación de Origen de Ribera del Duero, por lo que ahora les ofrecemos algunas cifras, equivalencias y referencias que permitan apreciar mejor sus características.
Los viñedos cultivados en esta región española ubicada dentro de la provincia de Burgos, a poco más de 200 kilómetros al norte de la ciudad de Madrid, abarcan 25,035 hectáreas de suelos arcillosos alternados con capas calizas y calcáreas, a una altura oscilante entre 720 y 1,100 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas invernales que descienden hasta 20 grados por debajo del punto de congelación, elevándose durante el verano hasta 42 grados centígrados, con bajas precipitaciones pluviales: no más de 500 mililitros promedio anuales.
La combinación de todos estos elementos da por resultado una uva caracterizada por su pequeño tamaña, gruesa piel y maduración lenta y tardía de extraordinaria calidad para elaborar vino.
La extensión de viñedos cultivados en la región de Ribera del Duero, distribuidos en 63,835 parcelas pertenecientes a más de 300 bodegas atendidas por casi 8,000 viticultores, equivale a poco más de de 250 kilómetros cuadrados, lo que a su vez representa casi la sexta parte de la extensión ocupada por Ciudad de México (1495 kilómetros cuadrados).
La media de producción de uva durante la última década promedia 4,380 kilos de uva por hectárea, cantidad muy por debajo de la aceptada por la normatividad establecida para la región (7,000 kilos por héctarea), lo que se refleja en la calidad del fruto vendimiado, del cual 80% se cosecha manualmente, extenuante labor realizada anualmente por trabajadores eventuales, que permite realizar una mejor selección de los racimo y evita que lleguen a la bodega en óptimas condiciones, para iniciar su proceso de vinificación.
(Algunos viñedos ―alrededor del 9% de los existentes― fueron plantados hace más de ocho décadas, cuando iniciaba la Segunda Guerra Mundial, e incluso existen otros que no han dejado de brindar sus frutos desde inicios del siglo pasado.)
Estos son solo algunos aspectos involucrados en los resultados que podemos degustar de una botella de vino de Ribera del Duero. Porque la calidad no es producto dee la casualidad, sino de la pasión, perseverancia y entrega.