2022-04-15

Clima, suelo y altitud: tres virtudes de los vinos de Ribera del Duero

Los mexicanos que visitan por primera vez Ribera del Duero, durante la temporada de Semana Santa, seguramente se desconciertan ante el clima que los recibe en dicha región del centro de España, donde todavía resultan habituales las temperaturas apenas por encima del punto de congelación combinadas con lluvias, y donde el cielo nublado se alterna con despejados días de sol radiante, que iluminan las nevadas cúspides de sus serranías circunvecinas.

Las bajas temperaturas todavía se prolongarán durante algunas semanas, antes de dar paso a un breve lapso de benigno clima primaveral al que seguirá la tórrida temporada veraniega, que calcina los campos donde, como todos los años, terminarán por reverdecer las vides que, llegado el otoño, ofrecerán sus frutos para una nueva vendimia.

Las condiciones climatológicas extremas de la región, por la que cruza el río Duero, presenta oscilaciones térmicas que van de menos 20 grados centígrados en invierno a más de 40 grados durante el verano, a una altura entre 720 y 1,100 metro sobre el nivel del mar (lo que la convierte en una de las regiones vinícolas ubicadas a mayor altitud, en España y el resto de Europa), sumadas a una baja precipitación pluvial, la cual no sobrepasa los 500 mm de promedio al año. Todo esto da por resultado una uva —principalmente de la variedad tempranillo, de pequeño tamaño, gruesa piel y maduración tardía— idónea para elaborar los vinos con la gran calidad que caracteriza a la Denominación de Origen de Ribera del Duero.

De igual importancia resultan las características del suelo donde crecen las vides, algunas con cerca de un siglo de antigüedad, conformado por una capa de arena de consistencia arcillosa, alternada con otras calizas y pedregosas, que le imprimen al paisaje su agreste aspecto la mitad del año. La primera está conformada por finos granos de tonalidades pardo rojizas, que ayudan a retener el agua y le aportan a la fruta su estructura y carácter; la segunda, rica en sales calcáreas de color blanco, características de los suelos áridos, aportan elegancia y complejidad, mientras que las rocas de diversos tamaños permiten el paso del agua al subsuelo al tiempo de aportar madurez y melosidad a la fruta que terminará en manos de los expertos vitivinicultores de Ribera del Duero.

Clima, suelo y altitud, tres elementos fundamentales para elaborar los vinos que cautivan a millones de paladares alrededor del mundo.

 

 

Ribera del duero
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